Se dice que la gente tiene miedo a enamorarse y a caer perdidos ante la voluntad de otro. La necesidad de acorazarse, del instinto de conservación, de no querer salir perdiendo es menú del día. Pero basta tener un mísero minuto de debilidad, y caes hasta llegar al poco piadoso estado del enamoramiento vergonzoso.
La gente se enamora de cómo la miran, cómo la tocan, cómo le hablan, cómo le escriben, cómo la cogen. La gente se enamora de la idealización de un ínfimo detalle, que lo vuelven tan grande, que se vuelve su todo, y que al perderlo se vuelven nada. Yo me incluyo.
Idealización barata de un detalle sin importancia.
Es por eso que me la paso enamorada. Me enamoro de todo. Me enamoro de nada. Me enamoro de lo inexistente, de mi imaginario. Me enamoro de los recuerdos, de tu ausencia.
Hoy digo: ¡No a la idealización de lo inexistente!
La gente se enamora de cómo la miran, cómo la tocan, cómo le hablan, cómo le escriben, cómo la cogen. La gente se enamora de la idealización de un ínfimo detalle, que lo vuelven tan grande, que se vuelve su todo, y que al perderlo se vuelven nada. Yo me incluyo.
Idealización barata de un detalle sin importancia.
Es por eso que me la paso enamorada. Me enamoro de todo. Me enamoro de nada. Me enamoro de lo inexistente, de mi imaginario. Me enamoro de los recuerdos, de tu ausencia.
Hoy digo: ¡No a la idealización de lo inexistente!
Pero soy débil... Please, take on me!
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