Con la costumbre de ser testigo omnisciente en mi vida, veo todo cuanto pasa. Y yo quieta, callada, allí, dejo pasar el tiempo. Hermetismo enfermo. No salgo ni dejo entrar. Qué egoismo el mío. Qué miedo al cariño. Al rechazo. Miedo inexplicable de mí. Miedo a la explosión de todo lo que soy.
Allí postrada estoy. A la espera perpetua de que alguien rompa el vidrio. Llame a los bomberos. Y apague el fuego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario