Hablar sucio no es aceptado por todos. De hecho, algunos mueren callados ante la posibilidad de ser realmente libres. Otros se inmutan ante la infame pronunciación de palabras sucias. Y otros tantos piensan que no es necesario. What the fuuuuck!
Pero igual... ¿Qué grandísimo coño es sucio? La verdad, no sé. La entonación, quizás, es lo que le da suciedad a la cosa.
La libertad de palabra, cuando más se necesita, es cuando estás desnudo, en confianza, vulnerable a la respuesta de tu partner in crime. No callar es la clave. Y no hablo sólo de verborrea común, aunque un buen suspiro es válido, y más que bien agradecido. Hablo del lenguaje del cuerpo. Mientras más sucio, más liberador. Hablo de desinhibición. Decir lo que se quiera, como se quiera, cuando se quiera.
No calles tu boca. No calles tu cuerpo. Con la boca sucia, háblame que quiero libertad.
La libertad de palabra, cuando más se necesita, es cuando estás desnudo, en confianza, vulnerable a la respuesta de tu partner in crime. No callar es la clave. Y no hablo sólo de verborrea común, aunque un buen suspiro es válido, y más que bien agradecido. Hablo del lenguaje del cuerpo. Mientras más sucio, más liberador. Hablo de desinhibición. Decir lo que se quiera, como se quiera, cuando se quiera.
No calles tu boca. No calles tu cuerpo. Con la boca sucia, háblame que quiero libertad.
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