29.10.08

Un HaraKiri para mí

Una pesadilla viviente es estar enferma, en cama, en una habitación de clínica con visitantes de blanco, que no tocan la puerta y entran con terrible insensibilidad en el rostro, para sacarte la sangre o cambiarte el suero. No te miran a los ojos, te hacen daño y como vienen, se van. My dementors.

Y sí. Estuve enferma. Y las ganas de despertar y volver a mi vida iban más allá de todo lo que he podido desear desde hace mucho.

Un harakiri estuvo entre mis opciones. Aunque descarté la idea cuando los cuchillos que llegaban a mis manos, eran todos de plástico. Y morir por un cuchillo de plástico, pues no es muy honorable.

Sin embargo, en 1960 se empezaron a hacer tremendos HaraKiri. En pleno auge de la revolución del amor, se creó en Francia una revista estúpida y malvada. La Hara-Kiri hacía lo imposible por atacar constantemente al gobierno y al clero, la señora iglesia. Y aunque fue dos veces vetada en 1961 y 1966, llegó a su muerte absoluta en 1970 gracias al ministro de interior del momento.

Un harakiri para mí... por favor.

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